lunes, 8 de junio de 2009

Una crítica a la práctica funcional de la sociología contemporánea POR ALEJANDRO OSORIO RAULD

Una crítica a la práctica funcional de la sociología contemporánea

La pertinencia de una interrogante sobre el rol del sociólogo en nuestra sociedad se inscribe en una crisis disciplinaria, tras el declive de las epistemologías normativas, en una debacle de paradigmas y de certezas que, de una u otra manera, también se expresan en la fragmentación del tejido social en sus distintas “esferas” o “niveles” de reproducción. Ello comprende una serie de transformaciones culturales, sociales y políticas que afectan directa e indirectamente el ethos clásico de la sociología, a saber, el rol del sociólogo y su objeto de estudio, en el marco de aquello que el discurso de la modernización ha denominado como sociedades complejas y diferenciadas.
Es preciso consignar que la crisis del imaginario crítico de la sociología y sus prácticas de intervención metodológicas y de análisis textual (método, medición, evaluación y teorización) responden fundamentalmente a mutaciones socio-culturales que no sólo radican en la pérdida del objeto del discurso sociológico, sino también de la pérdida del sentido social que, bajo diversas perspectivas, informó los imaginarios del cambio social en América Latina e igualmente en nuestro país[1].
Nuestra argumentación en esta ocasión, hace mención a los complejos procesos de racionalización de la vida moderna y cómo esto último se traduce en una especie de “jaula de hierro” que escinde el análisis critico del instrumental de medición y que ha terminado por desvirtuar el oficio sociológico resignificando la práctica sociológica hacia una funcionalidad utilitaria despojada de horizonte crítico-normativo, sin un carácter propiamente humanista o emancipador. De otro lado, adelantamos aquí una crítica a la racionalidad científica comprometida con los nuevos “paradigmas” cognitivos, a saber, como el quehacer sociológico ha devenido –especialmente en las últimas dos décadas- en una tecnología de medición y control social que se expresa como un poder legítimo sobre la esfera social, sin mayores interrogaciones críticas o resguardos epistemológicos respecto a su funcionalidad en el campo instrumental de las ciencias sociales. Ello nos obliga a esbozar una reflexión que intenta restituir el ethos sociológico para reivindicar –críticamente- la condición política del “enunciado sociológico” como forma de impugnar la profesionalización tecnocrática de la tradición sociológica.
Frente a la pregunta, cuál es el rol del sociólogo en la sociedad chilena (más allá de tipologías consagradas en la figura del académico, el consultor y el especialista) es conveniente reflexionar sobre la funcionalidad del profesional y cientista social en el capitalismo neoliberal. En otras palabras, nos preguntamos ¿Es la sociología una ciencia social[2] cuyas lógicas de conocimiento operan funcionalmente al servicio de la dominación? De otro modo, ¿en qué medida la funcionalización del discurso sociológico se establece como una clave explicativa y angular respecto de la connivencia entre saber y dominación?
Para responder preliminarmente a estas interrogantes –que arrojan más preguntas que respuestas- interesa desarrollar una lectura teórica sobre la labor científica en nuestro país. Para ello se hace imprescindible comprender el contexto socio-cultural en el que nos encontramos inmersos, ya que los procesos de modernización individualista constituyen un fenómeno de carácter estructural que ha generado un debilitamiento de la histórica relación entre el sujeto clásico anclado a estructuras de representación que van desde el partido político hasta la expansión la burocracia estatal. Tras ello se impone un mercado simbólico como regulador de las relaciones sociales y la reconfiguración del diseño estatal como garante legítimo de esta situación a través de una multiplicidad de políticas públicas de carácter focal (sectorialización)[3].
A partir de lo último tiene lugar la articulación de nuevas singularidades locales que explican la nueva base de constitución del actor social. Ello se vincula al paso que va de formas orgánicas o colectivistas de representación a procesos de individuación donde el mercado también coacciona la mediatización del discurso socio-teórico, concibiendo los nuevos sujetos bajo dinámicas fragmentadoras y no –como hasta hace algunas décadas- en las formas colectivas de la acción social. Ello ha contribuido en la configuración de un escenario nihilista, de micro-relatos, que prescinde de los grandes proyectos de emancipación, a saber, de aquellos relatos que generaban un lazo social donde la política era el campo de representación y solución de los conflictos sociales, ahora, en cambio, ha devenido un discurso cuya fragmentación es el resultado de un proceso donde las subjetividades se encuentran internamente desarticuladas. En palabras de Álvaro Cuadra[4], “… sin megarrelatos de legitimación, la cultura contemporánea hace suya la lógica mercantil renunciando a dos grandes competencias del saber narrativo: Una visión del mundo holística y al significado psíquico y emocional arraigado en el sujeto”[5].
Actualmente las ciencias sociales no han podido salir “ilesas” de estas transformaciones culturales y normativas que han afectado al mundo contemporáneo, por lo tanto, asistimos a un escenario donde gravita un tono post-moderno en la discusión, cual es un estallido del campo sociológico en un nivel intelectual, institucional y profesional[6]. Antes bien, lo social hoy se ha complejizado[7] en una diversidad de redes que, como señalamos anteriormente, modifican las bases de constitución y representación del sujeto moderno. Todo ello se traduce en una fuerte irrupción de ciencias que tratan de explicar la multiplicidad de los conflictos del sistema social, como es el caso de la biología, la lingüística, la cibernética, entre otras, las que han intentado exitosamente posicionarse dentro las disciplinas de lo social, referidas al sujeto y también las estructuras económico-sociales. Con ello se ha deslegitimado a las ciencias sociales de toda comprensión global del mundo moderno. Esto ha fragmentado el conocimiento científico mediante un conjunto de “sociologías particularistas”, ello es posible toda vez que el orden social se ha erosionado en una multiplicidad de identidades y relatos localistas que estimulan la constitución de campos profesionales autónomos, “compartimentalizados”, orientados a un nivel de especialización institucional, desagregado de todo discurso político-profesional comprometido con el imaginario emancipador de las ciencias sociales. Esta es, fundamentalmente, la situación de la sociología en Chile. Nuestra tradición ha perdido legitimidad y credibilidad pública para poder intervenir científicamente en algunas estructuras de la sociedad, como es el caso de la misma comunicación, el urbanismo, la ecología, etcétera[8].
La sociología como ciencia social crítica desarrollada principalmente entre la década de los años 60’ y 70’, en sus dos grandes corrientes teóricas, a saber, el funcionalismo y el marxismo, han devenido en “espectador” pasivo de las grandes transformaciones sociales que ha experimentado nuestro país en las últimas tres décadas. Ello se explica, entre otras cosas, por el ajuste estructural implementado bajo la Dictadura (1973-1989), perdiendo su carácter crítico e intelectual, para transformarse en técnica instrumental sobre distintos fenómenos de la cuestión social (exclusión, marginalidad, desempleo, desigualdad social, etc.) Sin embargo, cuando el saber queda subordinado a una operacionalización empírica que carece de sustrato crítico-discursivo, la sociología se constituye en una tecnología social que contribuye a fortalecer los hábitos de consumo y modernización de la sociedad civil.
Ahora bien, las transformaciones en curso han devenido en una multiplicidad de “objetos” y “perspectivas locales” que no sólo han dejado a la sociología al margen de constituirse como una ciencia crítica de la realidad social, sino que al mismo tiempo, ha perdido su carácter político sobre las formas de construcción del orden social y cómo desarrollar un marco de interpretación para lograr sus fines de comprensión y acción, características perfectamente compatibles con el imaginario nacional-desarrollista que vivió nuestro país hasta el año 1973’[9]. A partir de lo anterior nos preguntarnos lo siguiente: ¿de qué forma ha afectado al campo sociológico las transformaciones socio-culturales hasta aquí descritas? La respuesta podría hipotéticamente estar asociada a una tecnificación del oficio, es decir, a la expansión y desarrollo de una serie de herramientas de carácter técnico-instrumental, que no responden a una comprensión dinámica del orden social y menos aún a la constitución de actores cuyos proyectos globales “impugnen” las actuales formas de dominación. Por el contrario, se han instituido criterios técnicos que sólo confirman la carencia de sustrato político-ideológico de nuestra tradición sociológica.
Al respecto, pretendemos hacer un primer acercamiento teórico que busca interrogar el tipo de racionalidad que se ha cosificado como matriz analítica actualmente, con el fin de comprender porque esta cristalización del conocimiento –en el marco de una nueva economía cultural- es la base socio-cultural que informa el discurso de la modernización. Max Weber fue claro al respecto, pues el híper desarrollo de la racionalidad instrumental es el sustrato de todo proceso técnico- burocrático de conocimiento y especialización que muchas veces pueden ser comprendidos bajo la difícil asimilación de marcos interpretativos que pretenden instalar el apogeo socio-cultural de la modernidad ilustrada del continente europeo. La metodización de la experiencia que Weber interpretó, se constituye como la herramienta del progreso social y que sólo se habría desarrollado de forma peculiar en Occidente[10]. Sin embargo, aquí la idea principal es que sólo es posible un desarrollo capitalista bajo la base de la cientificidad de las relaciones sociales, políticas y culturales, es decir, la confianza en la razón ilustrada como encarnación del espíritu del capitalismo. Para nuestros fines comprensivos, es elemental entender que la racionalización representa un modelo normativo de desarrollo técnico-instrumental característico de las sociedades industriales. Ello se representa modernamente en la ciencia de una forma visible, como proceso metódico de acumulación de conocimientos que la modernidad ha tomado y que le han permitido operar bajo estos criterios. Entonces, comprenderemos a la racionalidad como aquel proceso de matematización progresiva de toda la experiencia y de todo el conocimiento, que a partir de sus espectaculares éxitos en las ciencias naturales, se orientan a la conquista de las ciencias sociales y por último a la del propio modo de vida, es decir, a una cuantificación universal. La insistencia en la necesidad de la experiencia y de las pruebas racionales tanto en la organización de la ciencia como de la vida y la constitución y consolidación de una organización universal y especializada de funcionarios, que tiende hacia un “control de toda nuestra existencia al cual sería absolutamente imposible sustraerse”[11]. En este sentido, la racionalidad sería la disciplina sistemática que se sobrepondría al “irracional deseo de ganar” y estaría orientada a la rentabilidad, que a su vez podría transformarse en un cálculo sistemático y metódico; el balance. Para Max Weber esta funcionalización universal que toma la forma de valor de cambio se convierte en la condición de eficacia calculable. El concepto de razón que Weber instala está asociado a un control que se traduce en una razón que ahora contiene un “carácter técnico” Al presente, el saber se constituye en la tecnicidad y esto constituye un quiebre con las formas de racionalización clásicas que concebían el saber como producción social de conocimiento: a saber, la regulación de la producción y transformación de materiales físicos y humanos, regulados metódicamente y cuya racionalidad organiza y controla en un mismo movimiento, cosas, hombres, fábricas, trabajo y ocio.
Una vez explicitado el concepto de racionalidad de matriz Weberiana, es necesario comprender que ésta es la base de todo proceso de modernización social en el contexto de la modernidad y como el quehacer sociológico en nuestro país ha homologado racionalización, tecnificación y especialización, que esta vez resultan solidarias de la nueva matriz sociocultural de nuestra sociedad. He ahí la insistencia en la necesidad de matematizar el conocimiento experto con el fin de controlar el orden social a través de tecnologías de cuantificación, tanto en el campo político-económico, cultural y social. Las universidades, centros académicos de formación científica e intelectual, pauteados por las exigencias del Estado y del mercado, buscan precisamente desplegar científicos sociales, especialmente sociólogos para desarrollar precisamente una racionalidad técnica que permita un crecimiento económico[12] basado en criterios científicos y ya no en registros teóricos emancipadores de la humanidad, bajo patrones simbólicos como la libertad, el fin de la explotación del hombre por el hombre, o el fin de la lucha de clases, las que estarían asociadas a superestructuras ideológicas desacordes con el progreso técnico-instrumental de la humanidad.
Entonces, ante el escenario descrito, cabe forzosamente la pregunta crítica sobre el rol del sociólogo en nuestro país y un cuestionamiento a la figura operativa de la actual dominación capitalista.
Para tratar de responder a las preguntas anteriormente instaladas, es que nos adentraremos –grosso modo- en el pensamiento social de Max Weber, autor que instala una discusión que nos permite iluminar en una de las tantas tensiones que actualmente aquejan al rol del científico social en nuestra sociedad. Esta discusión está asociada a la labor del Funcionario moderno y su introducción en el campo de lo político. Para Weber el funcionario no debe hacer política, sino limitarse a administrar, sobretodo imparcialmente[13]. A partir de los insumos que ofrece la reflexión de Weber, respecto de la relación entre saber y administración imparcial, nuestra pregunta es la siguiente ¿Es el sociólogo en nuestro país el nuevo funcionario moderno, en tanto, técnico social? Nuestra idea apunta precisamente a eso; a la figura del profesional[14], de aquel individuo dotado de competencias técnicas que le permiten ajustarse a su ética de la convicción. El sociólogo en Chile se nos presenta como la figura por excelencia del técnico social (burócrata), de aquel profesional dotado de herramientas científicas de análisis de lo social, despojado de valores sociales y de la connotación público-política que comprende la construcción política del orden social. De allí que la figura del técnico es representada “…como aquella figura que honra con su capacidad de ejecutar, precisa y concienzudamente, como si respondiera a sus propias convicciones, una orden de la autoridad superior que a él le parece falsa, pero en la cual, pese a sus observaciones, insiste en la autoridad, sobre la que el funcionario descarga, naturalmente, toda la responsabilidad…”[15].
Este sería el vínculo a-crítico o instrumental del sociólogo sobre la producción de conocimiento. Desde Weber esta argumentación nos permite adentrarnos en la problemática que plantea este congreso: “El rol del sociólogo en Chile”. El sociólogo entendido como un técnico social, se convierte en una pieza clave de la administración racional que al negarse a politizar el discurso metodológico, clausura ineludiblemente el espacio del deber ser de la construcción política de la sociedad, tanto a nivel de construcción material, como a nivel superestructural. Este mismo movimiento racional, que lo constituye como hombre de ciencia y “no ser político”, sería la tendencia que lo transformaría en un funcionario moderno, aquel que permite la administración de la burocracia pública y privada en el capitalismo y que sin esta negación política de si mismo, ésta administración racional técnico-instrumental no sería posible. Profundicemos aún más el argumento ¿El funcionario moderno se constituye como la figura de un autómata al negarse a si mismo como ser político? Nuestra hipótesis es que sí. Precisamente éste último se constituye como un ejecutor a-crítico de su acción social, ello toda vez que no genera una reflexión respecto a su procesamiento y consecuencias. Por el contrario, la rutinización de su vida intelectual, su “posición de clase”[16] y asalarización e interdependencia económica-simbólica del capital, ya sea de la burocracia estatal o la empresa privada (ONG, consultoras, centros de investigación autónomos), lo restringe a un operador de ciencia, donde priman sus convicciones utilitarias (interés privado), ante el interés público.
Una vez constatado esto, se hace imprescindible explicitar que la crisis de la vocación política y la reificación del funcionario en la administración racional, en este caso del sociólogo, no son un fenómeno aislado, ni típicamente chileno, sino que está asociado a los problemas que constituyen al Estado moderno y a las relaciones económico-sociales que operan legítimamente al interior de las sociedades postfordistas. En este sentido habría que entender que los dispositivos de poder-saber como el “Estado”, cuya institucionalidad burocrática por medio de su estructura política genera el desarrollo de la sociedad civil a través de la planificación pública y el mercado como aquel espacio de intercambio de bienes simbólicos y económicos entre los actores sociales, con el fin de perpetuarse legítimamente en el tiempo e incrementar racionalmente su poder, desarrollando simultáneamente prácticas y discursos que coaccionan lo social bajo criterios científicos y también fines políticos, cual es mantener el status quo. La racionalidad del Estado, en este sentido, persigue también su propia extensión y reproducción bajo ciertos medios legítimos de operatividad. Así por ejemplo, para el filósofo francés Michel Foucault, el gobierno no es posible si la fuerza del Estado no es conocida y sólo de esta manera puede mantenerse. Es este sentido el Estado como estructura de poder y de coacción aparentemente neutra –el cual supuestamente no responde a los intereses de las clases dominantes- se permite operacionalizar su política pública hacia la sociedad a través de una diversidad de políticas focales que se orientan a la sectorialización del conflicto, bajo ciertos patrones conocidos desde el ámbito del derecho privado, la tecnificación y la modernización de una serie de categorías socio-históricas que le otorgan la legitimidad de un saber estatuido, el cual sería un saber concreto y específico. El Estado moderno, según Foucault, ha desarrollado dispositivos de control de alta sutileza, como por ejemplo la estadística o aritmética política[17]. En otras palabras, a tal nivel ha llegado su matematización de la experiencia y sus pruebas racionales a la hora de operar en un complejo proceso de cuantificación de lo social, que se permite conocer las fuerzas respectivas de otros Estados, a fin de poder mantenerse como tal.
Una vez comprendido lo anterior nos interesa entender el valor simbólico que posee la figura del profesional y cientista social en la sociedad moderna, en especial, la práctica sociológica como actividad que ex ante en el marco de la sociología latinoamericana cultivó la articulación de la esfera intelectual, científica y política[18]. Un autor que nos permite visualizar el tipo de poder que ejercen los profesionales (restringido al saber técnico-instrumental) es el filósofo Francés Michel Foucault, que reflexionó críticamente sobre las tácticas y estrategias del poder-saber y a su vez, en como “éste deviene en sutilidades de control que alteran históricamente su forma y estética, mas no su razón de ser, en tanto, de existir y operar como control sobre los cuerpos”. Estrategias y tácticas del poder que aparecen con caracteres “neutros y despojados de valores y arbitrariedad”, como lo son las cárceles, razonamiento desarrollado en su texto Vigilar y Castigar[19] o también la figura del Psiquiátrico en su texto Historia de la Locura en la época Clásica[20], como el nacimiento de estructuras de confinación más allá de lo “político”, sino como espacios de articulación de lo social, desde un discurso del deber ser de la sociedad, discurso ético-político que nace en las conciencias analíticas[21] desplegadas en sus análisis sobre las relaciones de poder-saber en los psiquiátricos y que posteriormente serían conocidas por nosotros, hombres modernos, como racionalidad científica.
Especifiquemos el punto anterior. El discurso ético-político está asociado a una nueva forma de control sobre los cuerpos dóciles (biopolítica) que se manifiesta modernamente en una nueva práctica de “castigo” y represión subcutánea, a saber, un dispositivo de confinación denominada “cárcel” como aquella institución que despliega dentro de si, un equipo altamente racional y neutro que no responde a fines políticos ni ideológicos, sino más bien al saber científico, donde la figura del psiquiatra, del psicólogo, del trabajador social, del médico, incluso del sociólogo como aquel científico que posee las competencias técnicas tanto de administración, de evaluación e intervención, se establecen como figuras de poder-racional que intentarán intervenir directamente sobre el cuerpo de los “condenados”, de forma impersonal y metódica. En este sentido, Foucault reivindica los saberes locales, aquéllos no legitimados, que no han sido jerarquizados por la racionalidad científica y que tampoco han sido tomados como verdaderos por los discursos modernos, por el contrario, su razonamiento antimoderno lo hace necesariamente adentrarse en estos eventos y relatos “no considerados” por los expertos, pero con un fin político claro: mostrar que la ciencia y su discurso operan como poder legítimo normalizando al cuerpo social con una serie de prácticas y racionalidades.
Al subrayar la articulación entre Foucault y el conocimiento biopolítico se despliega una lógica de conocimiento propia de la actual práctica sociológica. No pretendemos en este ensayo dar cuenta de la complejidad que comprende la problemática planteada, sin embargo, nos aventuramos a hipotetizar que precisamente, la jaula de hierro como aquel espacio instrumental de relaciones solamente motivadas por su finalidad y no por sus medios se transforma necesariamente en una burocracia que controla a la sociedad en su conjunto, en todas sus esferas, desde el campo de la política, lo económico hasta lo cultural, en un amplio proceso de cuantificación universal del espacio. Por otro lado, el razonamiento de Foucault se despliega como el develamiento de una serie de dispositivos que efectivamente dan cuenta de un control que se tiene sobre los individuos, tanto en el espacio público, como la esfera privada (autovigilia o el examen de sí), representándose con una sutileza como el mismo derecho legítimo y estructuras profesionales (burócratas, técnicos, científicos) que pautean los actuales procesos de subjetivación.
Ante semejante escenario de racionalización del saber y de una práctica profesional cuyos niveles de instrumentalidad precisamente se importan desde modelos de racionalidad de países altamente burocráticos, nos atrevemos nuevamente a preguntarnos ¿cuál es el rol del sociólogo cuando utiliza marcos conceptuales cuyo marco de referencia histórico son formas de modernización típicas de racionalización burocráticas?
De allí que bajo esta interrogante nos permitimos adelantar una reflexión crítica respecto de la figura profesional del sociólogo en nuestro medio académico, en el contexto de una creciente incomunicación entre el registro metodológico y el nivel crítico-conceptual. Tensión que también tiene su contraparte en una dualidad estructurante entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad que Weber sistematizó en su célebre texto El Político y el científico y que han restringido progresivamente el rol público del sociólogo en las nuevas lógicas de administración.
A partir de esto último y en afinidad con las tesis de Manuel Antonio Garretón, la sociología debe retomar su ethos clásico, a saber, una ciencia que debe preocuparse por interpretar el sentido de lo actores sociales a la hora de realizar la acción social, pero siempre con un carácter crítico[22]. Ello implicaría, entre otras cosas, restituir al sociólogo en la interrogación crítica de su práctica profesional, hacia un registro ético-político que permita a esta nueva figura constituirse como un científico social cuya acción contenga un componente social integrado a la “producción de conocimiento”. Esto implica que el sociólogo haga un cuestionamiento reflexivo respecto a su oficio y ejecución técnica, entendiendo cuáles son las implicancias y consecuencias de su acción. Con ello, nos arriesgamos a sostener que eventualmente se podría cuestionar la figura del autómata restringido a las estrategias de medición empírica y, en cambio, contribuir a reponer –gradualmente- la figura de un intelectual crítico de sus dispositivos metodológicos y de sus prácticas profesionales. Por lo tanto, el sociólogo en nuestra lectura podría ser aquella figura que apela a una politización de su discurso y de sus prácticas, que comporte una serie de valores que han estado arraigados originalmente en el ethos clásico o emancipador de la sociología. El sociólogo podría tener acceso al discurso público que lo constituye como sujeto de habla y ello necesariamente se traduce en la constitución de un sujeto político[23].
Actualmente la misma figura del sociólogo o de cualquier profesional del mundo moderno, permite que su operación social construya un tipo de sociedad y no otra, por lo tanto, es necesario comprender que el sociólogo no es ajeno a éste fenómeno social y que siendo autoconsciente de la situación del escenario estructural coercitivo, adquiera una vocación pública y una ética política discursiva, las que serían trascendentales para constituirse en un actor social con sentido público, cuestión que permita guiar su acción ya no hacia un fin estrictamente técnico-instrumental, sino con la responsabilidad de que su acción contenga un elemento crítico, es decir, una subjetividad singular con un sentido mentado justo, virtuoso y de carácter público.
Referencia bibliográfica


1. ARANCIBIA, Juan Pablo, Comunicación política: Fragmentos para una genealogía de la mediatización en Chile, editorial ARCIS, Octubre 2006, Santiago de Chile

2. BRUNNER, José Joaquín y BARROS, Alicia: La sociología en Chile: instituciones y practicantes. Santiago FLACSO, 1988

3. CUADRA, Álvaro, De la ciudad ilustrada a la ciudad virtual, editorial LOM, 2003

4. FOUCAULT, Michel , La historia de la locura, Editorial FCE, 1994, Colombia

5. FOUCAULT, Michel, “Vigilar y Castigar”, Nacimiento de la prisión, editorial Siglo XXI, 1995, Madrid, España

6. FOUCAULT, Michael, Tecnologías del Yo, editorial Paidos, México, 2003

7. GIDDENS, ANTHONY, La tercera vía: la renovación de la socialdemocracia, 3a.ed, Madrid: Taurus, 2000

8. LECHNNER, Norbert Obras escogidas, ediciones LOM-ARCIS, 2006


9. MARCUSE, Herbert, la sociedad industrial y el marxismo, editorial Quintaria, 1969, Belgrano

10. MARCUSE, Herbert, El hombre unidimensional, editorial planeta Agostini, 1965

11. MERTON, Robert, Teoría y estructura sociales, editorial FCE, 1964, México

12. MOULIAN, Tomas, Chile Actual: Anatomía de un mito, editorial ARCIS, 1997

13. WEBER, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, editorial Los Grandes pensadores, 1984, Madrid, España

14. WEBER, Max, El político y el científico, editorial Alianza, 1987

15. WEBER, Max Economía y sociedad, Fondo de Cultura Económica 1996.




[1] Entenderemos “sentido” como la significación de la acción social y su subjetivación (WEBER, Max, Economía y sociedad, FCE 1996, Página 5)
[2] La pregunta sobre si la sociología es una ciencia o aún no lo es, la daremos por superada. Nuestro ensayo pretende abordar otros tópicos e interrogantes más allá de la discusión epistemológica sobre la veracidad del conocimiento científico y su método.
[3] Al respecto, Norbert Lechnner es categórico en su análisis sociológico sobre el Estado: El Estado expresa pues un interés general real: la existencia de la Propiedad privada. La sociedad constituida por propietarios privados es “la condición de posibilidad” del Estado; El Estado es posible porque representa una generalidad realmente existente y es necesario porque organiza y garantiza las relaciones de dominación y desigualdad. Es justamente abstrayéndose del antagonismo de clases puesto por la relaciones capitalistas de producción que el Estado las garantiza. Y es garantizando la estructura de clases que el Estado produce y reproduce la explotación de una clase por otra. (LECHNNER, Norbert, La crisis del Estado en América Latina, en Obras escogidas, ediciones LOM-ARCIS, 2006)
[4] Doctor en Semiología, profesor de la Universidad ARCIS.
[5] CUADRA, Álvaro, De la ciudad ilustrada a la ciudad virtual, editorial LOM, 2003, Página 22
[6] GARRETÓN, Manuel, La sociedad en que vivi(re)mos, editorial LOM, 2000, Santiago de Chile.
[7] Lo complejo, será entendido no como el aumento de las relaciones a nivel cuantitativo, sino a nivel cualitativo, lo que demarca sustancialmente el argumento. En otras palabras, la complejidad no tiene que ver con la cantidad de relaciones que hayan, sino con la implicancia relacional de subjetividades transformadas y coexistentes en un mismo espacio. En este sentido, puede haber una relación compleja, incluso en una relación lineal entre sujetos.
[8] El mercado, eje de las relaciones de intercambio económico-simbólico, ha introducido dentro de las mismas universidad, un alto nivel de especialización de ciertos rubros de lo social, desde el pregrado, hasta el post grado, un ejemplo citado por Manuel Antonio Garretón, es la comunicación, ahora transformada en ciencia de la comunicación (La sociedad en que vivi(re)mos, ediciones LOM, 2000, página 15)
[9] Véase con mayor profundidad, el texto de BRUNNER, José Joaquín y BARROS, Alicia (1988) La sociología en Chile: instituciones y practicantes. Santiago, FLACSO
[10] WEBER, Max, (1984) La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Madrid, editorial Los grandes pensadores
[11] MARCUSE, Herbert, (1969) La sociedad industrial y el marxismo, en el capítulo industrialización y capitalismo en Max Weber, editorial Quintaria, página 11
[12] El crecimiento económico, se establece como un indicador referente de los sistemas económicos neoliberales. Véase con mayor profundidad en GIDDENS, Anthony, (2000) La tercera vía: la renovación de la socialdemocracia, 3a.ed, Taurus, Madrid
[13] WEBER, Max, (1998) El político y el científico, Madrid, editorial Alianza, página 115
[14] El concepto de funcionario es arcaico, sin embargo tiene mayor procedencia en la cultura moderna, en el que todo el orden político, económico y técnico, bajo la organización de funcionarios especializados, ya sea estatales o técnicos, y como titulares de las más trascendentales acciones de la vida social.
[15] Ibíd. WEBER, página 116
[16] Bajo el “boom” modernizador del Estado del bienestar el sociólogo Robert Merton afirmaba que el técnico muchas veces pautea su acción laboral hacia ciertos sectores, ello con el fin de mantener su posición de clase ajustándose a la burocracia estatal como forma de obtener a partir de ahí una mayor participación en los cambios sociales producto de la proliferación de políticas públicas que consagraban una lógica de la ciudadanía. Por otro lado, existen aquellos burócratas independientes que prefieren el sector privado, porque muchas veces les otorga mayor autonomía y menos exigencia técnica de la burocracia…(MERTON, Robert, (1964) Teoría y estructura social, en el Papel de los intelectuales en la burocracia pública, México, FCE (1964)
[17] FOUCAULT, Michel, (2003) “Tecnologías del Yo” México, editorial Paidos, página 126
[18] Ibíd. GARRETÓN, página 19
[19] FOUCAULT, Michel (1995), “Vigilar y Castigar”, Nacimiento de la prisión, editorial Siglo XXI, 1995, Madrid, España
[20] FOUCAULT, Michel , La historia de la locura, Editorial FCE, 1994, Colombia
[21] Concepto extraído de Historia de la locura en la época clásica, de Michel Foucault, editorial FCE, 1994, Madrid, España.
[22] Garretón aclara el punto sobre la criticidad, circunscribiendo la crítica al componente intelectual, en la dimensión de la comprensión y del análisis de la sociedad. Para él la dimensión crítica se refiere al trabajo, en el campo del pensamiento y de las ideas, de análisis de una época o una sociedad como totalidad (Ibíd. GARRETON, página 20.
[23] ARANCIBIA, Juan Pablo, Comunicación política: Fragmentos para una genealogía de la mediatización en Chile, editorial ARCIS, Octubre 2006, Santiago de Chile, página 31.

domingo, 7 de junio de 2009

¿Por que una Asociación Gremial?

Condiciones del ejercicio de la Sociología:
Oferta laboral
Incertidumbre laboral.
Saturación de fuentes laborales.
Centralismo.
Diversidad/especificidad.
Dependencia de los requerimientos empleadores.
La sociología como ciencia siempre ha estado comprometida con los contextos en los cuales se desempeña y por lo mismo no puede dejar de atender las necesidades y complejidades que en ese escenario se dan. Ante estos tiempos de un avanzado capitalismo, la hegemonía neoliberal se percata en los análisis que los cientistas sociales realizan. Por lo tanto el sociólogo también como persona comparte un sistema en el cual esta inserto y en consecuencia debe lidiar con el para tratar de sobrevivir y hacer funcional su existencia para el contorno. Hay rasgos básicos de nuestra sociedad entonces que posiblemente moldean la actitud vivencial del sociólogo como el individualismo, el hedonismo y el consumismo. Deben haber excepciones pero a simple vista son estas las características que predominan e influencian la descripción de la vida social y también son extensibles al sociólogo o a la socióloga en su practica.
Claros ejemplos de esto lo constituyen; la subordinación a los intereses de la empresa, la subordinación al Estado- en términos políticos- y el centralismo en los estudios.
En la encuesta realizada por ChileSoc(Agosto 2007), 189 miembros de la agrupación respondieron la misma de un total de 285, es decir un 66% de la colectividad accedió a responder la encuesta lo que manifiesta un alto interés sobre los causes de la sociología en chile que como principales propósitos tiende al desarrollo de la profesión, a la legitimación del oficio del sociólogo, al desarrollo del sentido y utilidad del producto de nuestro trabajo y finalmente a fortalecer la identidad profesional.
Acerca de la situación laboral de los encuestados el 89% esta trabajando, un 3% estudia y un 5% esta sin trabajo. El 79% trabaja dependiendo de requerimientos empleadores y un 12 % lo hace de forma dependiente. Un 33% de los encuestados trabaja en empresas privadas, un 21% en universidades, un 11% en ONGs, un 24% en Organismo Públicos y un 11% lo hace en mas de un sector. Esto posiciona al sociologos como una trabajador sin derecho a defender como cualquier trabajador. No tiene un institución que lo ampare, no tiene un sindicato por lo tanto hay que nutrir al sociologo de una defensa frente cualquier injusticia laboral.
También se puede evidenciar y corroborar que dentro de la practica sociológica el pluralismo temático es una constante.
A la vez dentro de la investigación el pluralismo metodológico también es una constante en donde los encuestados en promedio han estado 5 veces utilizando las siguientes técnicas y según los encuestados estas son las principales técnicas con las cuales han trabajado.
Por lo que la diversidad en una campo disciplinario es buena, pero en una profesión es desestabilizadora. ¿Porque? Nuestros trabajos al igual que cualquier otro tiene metas que cumplir para las cuales hay que tener determinadas capacidades pero la diversidad no favorece, en tanto profesión, la adquisición de un trabajo. Los tiempos en que vivimos son diferentes, la especificidad en el quehacer sociológico- en términos académicos- se requiere cada día mas, doctorados, magíster, etc. Pero se olvidan de que son personas que algunas pueden tener un difícil acceso a dicha educación por lo cual no pueden optar a seguir estudiando.
Este punto de vista ligado a la formación que se hace en las universidades- todas variadas, vale decirlo- también condiciona el ejercicio sociológico puesto que ante una oferta de marketing el egresado de la U. Católica será mejor ponderado que el de la U. Arcis por un tema de prestigio y tradición. Es decir cada universidad tiene la autonomía y la libertad de enseñanza y cada estudiante tiene la libertad de escoger que universidad desea, pero de nuevo nos enfrentamos a las limitantes humanas y socio-económicas. Por lo tanto no debemos estar como sociólogos pidiendo especialización ya que no todos pueden tenerla, no cualquier colega es capaz, incluso teniendo los estudios, de dejar su hogar para ir a trabajar a una municipalidad en la décima región. Las condiciones de ejercicio de la sociología en consecuencia son desiguales, un hecho de esto se ve en el centralismo, existiendo 27 carreras de sociología en todo el país, 13 están en Santiago.
Estos son episodios que recuerdan que antes de ser sociólogo el colega es una persona y no un profesional intocable y por lo tanto convive y confluye con el sistema actual. La modernización del Estado es el resultado de todas las transformaciones culturales que Chile ha vivido, la apertura al Mercado significa libertad individual al momento de elegir la carrera y para algunos elegir el trabajo. Afortunadamente hay sociólogos que puedan optar a un trabajo de su satisfacción como desafortunadamente hay sociólogos cesantes. Esto hace que dentro del circulo de ofertas laborales, un colega nuestro se quede sin trabajo y por lo tanto se reproduce una de las características mas sinonímicas de la situación laboral en nuestro país, la incertidumbre laboral. Esta incertidumbre logra la ansiedad de que ante la mínima posibilidad de trabajo, inclusive no sociológica, el colega termine aceptando la oferta sin sopesar las consecuencias a las cuales podrá ser sometido. Las oportunidades laborales son de las más variadas, como también las condiciones de trabajo, es decir irrevocablemente el ejercicio de nuestra profesión se encuentra inmiscuida en una red de relaciones autoritarias.
Otro punto conflictivo es sobre limitantes explicitas e infundadas de la practica como sociólogo en ciertas instancias laborales como por ejemplo el de los secretarios municipales, donde se prefiere otro profesional que pueda cumplir con dichas expectativas. En la encuesta de ChileSoc el 89% cree que los sociólogos son quienes tienen una formación mas adecuada para trabajar encuestas y un 66% cree que hay personas de otras profesiones vinculadas a esta técnica. Es decir la profesión esta siendo pasada llevar de muchas maneras, tanto legales, por reducción de costos, el reemplazo de la labor sociológica con otras profesiones como trabajo social o antropología, etc.
Es decir estas nociones constrictivas imponen y ayudan a cercar el trabajo de el o la socióloga lo que aumenta la incertidumbre laboral y su desprotección que también es sensible cuando la necesidad de un trabajo sociológica es evidente. Los sociólogos deben tener conocimiento de lo que pasa en el trabajo a sus colegas, elementos no menores, que pueden ayudarnos a prevenir hechos deplorables como el ocurrido el 2006 en la facultad de Ciencias Sociales de la U. De Chile donde se despidió a una gran numero de académicos, incluyendo sociólogos, por el decreto del 81, Federicci[1]. Y para esto un Colegio Profesional es un punto de encuentro en donde se pueden averiguar y constatar las condiciones de trabajo con las cuales se desempeñan nuestros colegas con el fin de proteger y asegurar a los mismos sus derechos como profesionales y trabajadores.
Formación y Discusiones Académicas:
Orientaciones de Universidades en relación a los requerimientos de los empleadores.
Publicitar e incentivar el estudio de la Mirada Critica de la Sociología en la educación secundaria.
Introducir a las Discusiones académicas vigentes.
Dar a conocer como se da la profesión en términos prácticos.
¿Esta muerta la Sociología?
Estos son algunos de los puntos de inflexión de la sociología en Chile en donde “la masificación de las ofertas de acceso a la licenciatura en Sociología y de la obtención del titulo profesional de sociólogo esta situando a jóvenes sociólogos en una pluralidad de lugares y situaciones, roles, tareas, funciones y servicios que ejerce una presión de dinamización y diversificación”( Gomez de Benito,2004; Sandoval Martínez, 2004). Impresiona el nivel de cómo ha crecido la sociología expandiéndose a lugares en que nunca antes había existido al sociología. La Central tiene escuela de sociología en la segunda , cuarta región incluyendo la metropolitana. La ARCIS tiene en la quinta y metropolitana jornadas vespertinas y diurnas. Como también el Instituto del Valle Central acaba de abrir una escuela de Sociología, al igual que la bolivariana. Estos nos lleva a reflexionar sobre la medida en que crece la demanda y oferta de sociología y sobre que contenidos, es decir sobre que programas está creciendo.
Otro elemento es que las escuelas de Sociología universitarias están principalmente concentradas en Santiago(13 planteles). Que pasa con las Regiones en donde no hay escuelas de Sociología( 3º, 6º, 10º y 11º ). Ahí me plantee dos hipótesis : O los puestos que ocupan regularmente en el Estado los sociólogos en esas regiones son ocupados por otros profesionales o b, lo que pasa que el sociólogo egresado en Santiago tiene que emigrar a regiones a buscar esos empleos.
Esta presión muchas veces juega en contra del ejercicio de la profesión y hace de la sociología una profesión estática sin mayores avances en lo académico, en investigaciones o en lo social.
El papel de las universidades entonces es vital en la formación de estudiantes y de esto se deduce que la orientación y misión de las distintas universidades de alguna forma termina por incidir en las motivaciones del estudiante como futuro sociólogo para escoger que trabajo realizar. Por lo que son pocas las universidades que centran su formación con respecto a lo popular, si no que son las mayoritarias que idealizan en torno a los procesos de transformación de la sociedad en un contexto de globalización en donde la adaptación a este es fundamental. Por esto las universidades están centrando mas su formación en los generales requerimientos del mercado hacia la sociología. Hay excepción a la regla como en todo, pero esto por lo menos es la tónica hoy en día.
Esto corresponde a lo que me refería anteriormente con la diversidad de actividades que no hace mas que disociar la actividad y dibujar un laberinto acerca de la labor sociológica y sus objetivos, hecho que ha llevado a algunos autores incluso nacionales a cuestionar la existencia de la sociología en tanto ciencia social autónoma. Touraine dice: “Yo no creo en la especificidad de lo que se llama sociología. Existe la ciencia social, pues desde un punto de vista intelectual no hay grandes diferencias entre las ciencias sociales”. Se encuentra así que aboga por una ciencia social trandisciplinaria dejando la independencia y el holismo de la sociología. Sociólogos tan importantes como Tomás Moulian o José Joaquín Brunner han puesto en duda recientemente la vigencia de la sociología como actividad comprensiva de la vida social. Lo hacen desde perspectivas muy distintas, pero las conclusiones parecen ser convergentes. Para Brunner , la sociología está muerta o al menos moribunda como consecuencia del fin de los meta relatos que intentaron comprensiones omnicomprensivas del devenir social y del cuestionamiento consecuente a la noción misma de sociedad[2]. Otro sociólogo por su parte, declara abandonar la mirada sociológica para hacer posible la escritura (Moulian T. 1997).
Producto de estos cuestionamientos provenientes desde nuestra elite sociológica y de la evidente ruptura e inestabilidad del ejercicio sociológico se observa la muerte de la sociología y la perdida de su matriz sociológica. Por lo que se ha perdido el lazo con lo social y la sociología se encuentra vinculada por un contrato eterno a la ingeniería social descuajando del conglomerado social y excluyéndose a si misma, realidad que le hace pedir ayuda a otros ramas sociales.
Otro elemento importante es que la sociología explota y satura campos laborales en vez de tratar de descubrir otros como por ejemplo la sociología castrense, ramos de planificación regional, desarrollo sustentable, genero entre otros. De a poco las universidades están insertando nuevas temáticas en sus mallas pero no tratan lo medular que es la academización de la sociología. Es decir el sociólogo se desempeñara como profesional y académico. Este estará preparado para circunstancias en donde se necesiten otros conocimientos, pero sin embargo no se prepara al sociólogo para salir al campo laboral que es duro. Existe también la falta de centros académicos donde se desarrolle la Sociología para y en si misma.
Esta falta de instituciones de la sociología representa otro punto de debilidad de la profesión. Como también la poca ocurrencia de estudios en el extranjero, la poca facilidad de obtener becas y ofertas por el estilo. Es decir se omiten muchas acciones en el tema de la educación de la sociología que irrefutablemente sirven para el desarrollo de la sociología en tanto disciplina y de los practicantes de la misma.
Ante esto existe una identidad compartida por la comunidad de sociólogos que esta fragmentada y tensionada por todas las comprensiones que la propia sociología tiene de lo social como realidad y de las expectativas o de los estereotipos que los actores sociales, políticos y económicos se hacen de nuestro saber y de nuestras competencias( Gómez de Benito,2004; Sandoval Martinez, 2004).
Ética Profesional:
Técnicas bien empleadas(Caso de las encuestas).
Plagio
Conflicto Egresado – Titulado.
Intervención interesada en estudios sociológicos.
El reconocimiento de signos mal sanos que me preocupan y me llaman la atención en el cual está el excesivo chaqueteo, aserruchar el piso al otro, temas de procedimientos que me parece peligroso, gente que publica cosas que han sido publicadas por otros y que no hay un control con respecto a eso y estoy hablando de gente incluso de organismos internacionales[3]. Esta situación muestra la multiplicidad de practicas engorrosas en el ejercicio de la sociología; el constante cuestionamiento entre sociólogos y no por temas académicos, la falta de criterio para la confección de estudios que caen en descuidos de rigurosidad metodológica, el plagio por nombrar algunas. Todas practicas que de alguna forma cualquier sociólogo puede sentir en su cercanía y que no tienen ningún tipo de control. Estos estudios al contar con la sola mención de un sociólogo en su diseño ya tienen una cierta aceptación para publicar y difundir sus resultados y conclusiones, sin sopesar ni evaluar las condiciones técnicas por las cuales el estudio se efectuó. Esto deja a colegas en una libertad increíble de poder afirmar y propagar formas de hacer investigaciones, trabajos y estudios de forma irregular lo que a la larga no tan solo perjudica a ese estudio sino también a quienes practican la disciplina. Pueden darse casos en que por las presiones o pulsiones motivacionales de quien contrata a un sociólogo, este se vea en la obligación de cumplir con dichas expectativas y presiones para poder llevar su pitanza. Pero así mismo también existen aquellos que lo hacen con un objetivo claro y muchas veces político, tanto para posicionar discursos o con el fin de dejar todo tal cual está. Por lo tanto muchas veces estos estudios mal construidos están hechos para construir realidad subjetiva. Es decir lo que se busca es injerir en la toma de decisiones de una forma a-científica para incidir en los campos en los cuales existe un determinado interés. En general, la sociología nuestra siempre fue bastante política. Política en un doble sentido: porque se preocupaba de temas políticos y porque partía de una evaluación política. En este sentido, no son escasas las amonestaciones que lanzaban los maestros del gran país del norte contra ese desmedido afán de politizarlo todo(Baño, 1984). Lo malo no es politizar la Sociología, sino que ocupar intencionada y erróneamente las técnicas metodologicas para una afán político. Esta practica obliga a reforzar la formación sociológica también, en el sentido de estar en contra de acciones como el plagio, el actual copiar pegar que se hereda y se reproduce, en esta era de la información, cada vez mas rápido. Citar ejemplos está demás para no perjudicar porque al parecer cualquier persona ligada a la sociología sabe de la existencia de estas anomalías, pero este es el espacio para que estas practicas dejen de darse en el lejano y corto plazo.
Des- institucionalización y des- profesionalización de la Sociología:
Posible saturación de la carrera (caso psicología).
Escasa defensa de la profesionalidad de la Sociología.
Desinterés en las Condiciones laborales.
Desamparo y Desprotección legal del ejercicio profesional.
El ejercicio de nuestra profesión se ha vuelto un ejercicio individual por lo que su institucionalización no existe mas que en las propias universidades ya que es allí donde existen círculos o comunidades académicas. Sin embargo esta situación no alcanza para defender y legitimar a la sociología como practica. Son muchas las ocurrencias que afectan hoy a su desenvolvimiento y también son muchas las que la pueden afectar y a sabiendas de esa posibilidad la sociología en Chile no tiene ni una intención de prevenir algún magro resultado. Si bien la carrera de sociología no ha tenido un auge en comparación a otras carreras de las Ciencias Sociales, si puede llegar a tenerla en un futuro próximo, puesto que cada vez es mayor la demanda de sociólogos y por lo tanto también se han establecido nuevas escuelas de Sociología a lo largo del país, como ahora ultimo lo es el caso de la Republica en La Serena. Deben existir instancias en que este tipo de eventualidades sepan tener una acción que pueda medir su impacto, ya que esto podría saturar la carrera de sociología y en consecuencia su campo profesional. Esto sin mencionar que sociología es una de las carreras que menos mención tiene en la educación secundaria, en las charlas vocacionales y en las preparaciones de preuniversitarios. Otro punto interesante a investigar es la univocidad de la sociología de enseñarse en instituciones universitarias. En el supuesto de que algún Centro de Formación Técnica o un Instituto Profesional decida impartir sociología que instancia evaluaría esa decisión ¿Estaría o no apropiado? No existe dicha instancia por lo que no se puede estar preparado para estas eventualidades como comunidad profesional.
Quien defiende al colega en el caso de que este llegue a ser despedido, en el caso de que se le impongan duras condiciones de empleabilidad, en donde la estabilidad laboral de ese empleo es insegura. Que pasa con esa violencia sobre nuestros colegas. Nada, precisamente por que no hay una instancia de protección, de defensa del sociólogo.
Durante estos años, la comunidad sociológica ha estado disgregada y atomizada. Esto ha implicado ausencia de instancias de control de lo que se hace oficialmente como Sociología, lo que esta resintiendo aun mas la imagen publica de la profesión y, en particular, el proceso de formación de los nuevos sociólogos(Arrau, 1984)
En respuesta a estos factores y sus elementos que dificultan el ejercicio, la producción de conocimientos, la certidumbre laboral, el crecimiento científico y comunitario de la sociología se debe dar una solución. Así se configura la Sociología en Chile con estas actividades, pero lo principal es investigar y conocer que tiene esta configuración de problemática.
Por lo que el reto se encuentra en preguntarnos que es la sociología, que ha sido, que será en futuro. Quienes la hacen, quienes la han hecho y donde y como la ejercieron, que tiene que ver la sociología con la intervención social, etc. Cual es mi responsabilidad como sociólogo, como visualizo mi responsabilidad ( Messina, 1984). ¿Si acaso es la sociología una ciencia comprometida con el hombre y con la sociedad?. ¿La sociología es conciencia critica, cuestión que se refleja en la elaboración de los problemas de la sociedad, llevándola al plano de la practica , porque la sociología es acción destinada a la transformación?( Barrios, 1986). No cuesta nada preguntarnos y decir a los colegas que se pregunten como también a los estudiantes que es lo que haremos, que es lo que hacemos por un buen porvenir de nuestros futuros colegas y de nuestra sociedad, de que forma podemos contribuir con nuestros conocimientos y practicas.
Y la solución para los factores endémicos de la profesión es una institucional de carácter gremial que cumpla con el legítimo rol de asegurar las condiciones benéficas del quehacer de la sociología en nuestro país. Institución que congregue a los profesionales de la Sociología a nivel nacional, es decir una entidad autónoma como un Colegio Profesional en este sentido sería el Colegio de Sociólogos de Chile. Porque es de todos conocidos que la unión de iguales será siempre una referente principal en la categoría de aspectos gremiales, mucho más incluso, que los sindicatos por empresa.La actuación de los principales colegios profesionales de nuestro país también reflejan lo propicio que significaría para nuestros futuros colegas su organización puesto que la figura de un Colegio es un aval fuerte para la resolución de conflictos en grandes empresas o también en empresas que producen en el campo sociológico.
Existe una necesidad real de revitalizar a esta organización y esa es hacer frente al complejo medio en donde el sociólogo esta inserto y que ya fue descrito en la paginas anteriores. Pero esta institución no luchará tan solo por los derechos del sociólogo, si no que también lo hará por el cumplimiento de deberes que tiene asignado.
La protección gremial del ejercicio de nuestra profesión.
Se debe propiciar el desarrollo científico y tecnológico de la profesión, fomentar la actualización de sus miembros, así como cautelar el ejercicio profesional[4].
La sociología debe tener incidencia en el debate público en los temas en que tiene algo que decir. Debe perseguir asimismo colaborar a constituir, representar y difundir la opinión de los sociólogos en temas relativos a su desempeño profesional y en las que corresponda un diálogo con la dimensión científica de la disciplina. Por lo tanto es imperioso generar una instancia autónoma e independiente del colegio, tanto en su funcionalidad como administración, que sea capaz de enfrentar, conciliar y resolver todo tipo de conflictos o problemas que se den al interior de la comunidad sociológica, ya sea académicos, metodológicos, profesionales, éticos entre otras y esta instancia deberá estar ligada al Colegio única y exclusivamente en términos financieros y de objetivos.
Se generarán así espacios de intercambio entre los sociólogos acerca del rol de la disciplina en sus diversos ámbitos de desarrollo: universidades, consultorías, empresas, servicio público, estudios de opinión, como también realizar cada cierto tiempo un encuentro o Congreso Nacional de Sociología[5]. También se generarán instancia de control u observatorio del ejercicio sociológico en donde los principios fundamentales sea incorporar una adecuada calidad metodológica y trabajos bien estructurados para una positiva y eficiente evaluación de la practica. Estos congresos deben responder a estos principios-objetivos que no son elementos en vano y sin duda nos ayudarán a levantar y a ordenar la actividad de la sociología y proteger a las y los sociólogos de cualquier adversidad al momento de trabajar.
Por esto la urgencia de la revitalización del Colegio de Sociólogos de Chile es inmediata y realista. Puesto que existen hechos que impulsan la estructuración del Colegio en respuesta a las diferentes desventajas e inseguridades con respecto a la profesión. El Colegio debe responder rápidamente a las principales y más urgentes demandas en tiempos totalmente distintos a los de su primera fundación, por lo que los gestos organizacionales deben ser aun mas quisquillosos. Debe instalarse con la seguridad de una participación generalizada tanto de académicos, investigadores, docentes, y estudiantes y ante esto debe elaborar una agenda a largo plazo con las metas principales que son las respuestas a los principales problemas de los sociólogos y la sobre vivencia de esta vital y necesaria institución. Por esto llamamos a todos quienes pueden y pudiesen estar en el Colegio de Sociólog@s a unirse en esta tarea de revitalizarlo ya que es una tarea de todos y sin duda nos traerá provechosos triunfos.


[1] Ximena Sánchez, Jornada de Sociología en la Academia, La sociología en Chile. Stgo de Chile, 2006.
[2] José Joaquín Brunner, Comentario leído con ocasión del 40º aniversario de FLACSO,Stgo de Chile, 28 de abril de 1997.
[3] Ibid.
[4] Objetivos del Colegio de Sociólogos del Perú.
[5] Lineas de Acción de los objetivos de la Sociedad Chilena de Sociología (http://www2.udec.cl/~socioweb/schs/).
Miguel Hernández MOnsalve

viernes, 5 de junio de 2009

Comunicación entre nosotros.

Estimad@s:

Nos comunicamos con ustedes, en primera instancia para poder debatir sobre el estado actual de la sociologia.
Queremos saber que opinan del quehacer de la disciplina y de sus trabajadores, como tambien de la carrera universitaria.

Ante esto, los directores de carrera de las escuelas de sociología ya dieron el primer paso, se reunieron y discutieron, pero
es importante que nosotros como estudiantes y profesionales sepamos que se habló y discutió en aras de aportar al debate.

Por eso primero los invitamos a organizarnos, por regiones, a través de vocerías o de representantes - lo que estimen conveniente-
para poder comunicarnos y poder agendr un encuenro nacional entre profesionales y estudiantes de sociología.

También hay que hacer un esfuerzo de contactar a los profesionales ya egresados e invitarlos a esta instancia.

Por esto queremos pedirles nombres o contacto para poder formar una mesa de discusión sobre el tema.
Ya hemos hablado con directores de carrera, pero necesitamos aunar criterios entre nosotros.

pd: Rogamos difundir la noticia y la idea con todos los sociologos que puedan.

jueves, 4 de junio de 2009

Bienvenid@s

La intención de esta web, es poder coordinarnos en aras de la disciplina y todos sus aspectos.
Con la intención de poder articularnos y debatir en conjunto el futuro y presente de la sociología.

Es por esto importante que en primera instancia podamos organizarnos por regiones. En las universidades tener vocerias de academicos y estudiantes.
Los profesionales deben escribir y mantenerse informado a través del blog sobre los debates y las fechas de reuniones.

La idea es comunicarnos con las escuelas de sociología del pais. Hace poco nos enteramos que directores de las carreras de sociología del pais, se reunieron en Iquique, entonces ya está avanzada una parte, ahora QUEDA LA PARTE DE LOS ESTUDIANTES Y PROFESIONALES.

Ya esta hecho el llamado, organizarse por escuelas, por areas de trabajo, como puedan, pero tener voz.